Histórico de efemérides

21 de febrero de 2016

El Manifiesto Comunista



Tal día como hoy, en 1848, se publicaba en Londres, "El Manifiesto Comunista", inmortal obra de K. Marx y F. Engels y en el que aparece la mítica frase "¡Trabajadores del mundo, uníos!" (en aleman del original: "Proletarier aller Länder, vereinigt euch!").

La Europa de La Restauración, nacida en el Congreso de Viena (1815), se estaba desmoronando. Graves crisis internas (económicas y sociales) sacudían con fuerza las potencias absolutistas desde el interior: la manzana estaba podrida y los gusanos del cambio asomaban la cabeza. Uno de ellos era el despertar de la clase obrera.

Será en vísperas de estos alzamientos en Francia, Prusia, Imperio Austríaco,... cuando se publique el famoso Manifiesto. Su contenido se puede resumir en:
  1. Análisis evolutivo de la Historia: en el que ésta es concebida como una ininterrumpida lucha de clases, entre opresor y oprimido (esta visión se hace a través del cristal del materialismo histórico).
  2. Toma del poder político y económico por la burguesía: la cual se apropia de los medios de producción y, al explotar inhumanamente al proletariado (buscando la plusvalía máxima), provocará que éste se rebele y sea el elemento liberalizador de las sociedades.
  3. Liberación: la Revolución proletaria liberaría a todos los hombres, incluyendo a los burgueses, de la relación de "amo y esclavo". Para que la Revolución funcionase había de seguir los siguientes pasos:
    1. Derrocamiento de la burguesía como dueña del poder político y económico.
    2. Desaparición de la propiedad privada de los medios de producción.
    3. Supresión del sistema ficticio de "las libertades burguesas".
    4. Anulación del papel educativo de la familia, como ente sobrepuesto a los intereses de la comunidad.
    5. Abolición del Estado, como máxima superestructura de todas las ideologías conformadas por los intereses burgueses.
    6. Supresión de la religión como ideología de la clase dominante y promesa de un paraíso de ficción.
    7. Anulación de la moral de la burguesía, en la que se encuentran cristalizadas los intereses de esta clase

    El manifiesto estaba escrito en alemán, no tanto porque Marx y Engels dominaran el idioma, sino porque el alemán era el idioma "oficial" de los movimientos obreros (era la Confederación Germánica -Alemania aún no existía- la mayor potencia industrializada de la Europa continental y donde más calaban las ideas socialistas). De hecho, el último país europeo en el que se hubiera esperado que triunfara la Revolución, era en la atrasada y campesina Rusia de los zares. El destino tiene un curioso sentido del humor.


    Todo lo anterior me recuerda a una frase que leí hace mucho y que viene a decir: "ninguna idea es tan pura que no se llene de barro cuando pise el suelo". Tanto las sociedades como las personas somos tan complejas y llenas de luces y sombras que toda teoría social no será más que literatura hasta que se aplique en el mundo "real" y/o a gran escala (no es lo mismo que el comunismo funcione en el pueblo de Siana a que lo haga a nivel de un país como España o al nivel de un continente entero como Europa).

    Yendo un poco más adelante en el tiempo, una vez que la Revolución de Octubre crea el primer país comunista del siglo XX y se empiezan a aplicar las doctrinas de Marx y Engels, se encuentran con un terrible problema: una vez aplicados todos los puntos, ¿y ahora qué? Nadie dijo nada de cómo se había de continuar.

    Y claro, innovando sobre la marcha, la Segunda Guerra Mundial, la figura de Stalin, la Guerra Fría, el carácter que se imprime al régimen,... lo que iba a ser el sueño de los proletarios del mundo terminó siendo la pesadilla de mucha gente en la órbita de la URRS.


    Para hacernos una idea de los recuerdos que en algunos sitios se guardan de esta época, los muertos bajo el régimen nazi y los muertos bajo el régimen comunista comparten placa conmemorativa. Dos conceptos diametralmente opuestos de cómo debían de ser las sociedades y, al final, tan parecidos en lo malo.... una pena.

    Se podía haber tomado ejemplo de la Francia revolucionaria que, aunque terminó en un Imperio vía golpe de estado por Napoleón, a ésta le debemos la expansión de las ideas revolucionarias por Europa (a base de conquistas, eso sí) y a Napoleón I se le recuerda como "un tío guay" (la cita no es mía sino de un compañero francés, hablando sobre la visión del Bonaparte en las escuelas).


    La foto está tomada en Praga en el Memorial a las Víctimas del Comunismo, en el cruce de las calles Ujedz y Vitezna, al pie del parque de una de las lomas que dominan Praga.




    Para saber más: "Rebelión en la Granja", Orwell, G.

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