Tal día como hoy, en 1660, moría en Madrid, el maestro del arte pictórico, Diego Velázquez (nombre completo Diego Rodríguez de Silva y Velázquez).
Fue el maestro de la pintura barroca española, fue uno de los mejores pintores españoles de siempre y es ciudadano del olimpo de la pintura universal.
Su influencia en la Historia de la Pintura es muy marcada: impresionistas como Manet o Renoir, Picasso, Goya o Salvador Dalí.
Es cierto que no fue conocido por el gran público hasta el s.XIX debido a causas tales como que, al ser el pintor de la Corte, sus obras estaban en los Palacios y no estaban accesibles a los visitantes.
Sin embargo, como la calidad y la genialidad al final siempre triunfan, aunque se necesite de ayuda de afuera, Velázquez irá ganado los corazones de otras personas y pintores que lo populizarán y se basarán en su obra para rehacer los cimientos de la pintura misma.
Como dato curioso, decir que Velázquez es, hasta la fecha, el único pintor que ha recibido la distinción de caballero de la Orden de Santiago.
Su influencia en la Historia de la Pintura es muy marcada: impresionistas como Manet o Renoir, Picasso, Goya o Salvador Dalí.
Es cierto que no fue conocido por el gran público hasta el s.XIX debido a causas tales como que, al ser el pintor de la Corte, sus obras estaban en los Palacios y no estaban accesibles a los visitantes.
Sin embargo, como la calidad y la genialidad al final siempre triunfan, aunque se necesite de ayuda de afuera, Velázquez irá ganado los corazones de otras personas y pintores que lo populizarán y se basarán en su obra para rehacer los cimientos de la pintura misma.
Como dato curioso, decir que Velázquez es, hasta la fecha, el único pintor que ha recibido la distinción de caballero de la Orden de Santiago.
Aunque Velázquez fuera un genio, ayudó mucho a su crecimiento artístico el hecho de irse de "Erasmus" a Italia. En sus dos viajes (sobre todo el primero) aprendió tanto de los clásicos como de los artistas más recientes.
Estos viajes fueron posibles porque Italia era "jugar en casa" para los españoles de aquellas. Oficialmente había cierta autonomía por parte de ciudades como Roma o Venecia, pero en la práctica formaban parte del Imperio, así que no había problemas de fronteras, pasaportes y demás. Por razones opuestas, Velázquez no estuvo ni en Francia ni en Inglaterra: aquí la frontera sí era una institución importante.
Estos viajes fueron posibles porque Italia era "jugar en casa" para los españoles de aquellas. Oficialmente había cierta autonomía por parte de ciudades como Roma o Venecia, pero en la práctica formaban parte del Imperio, así que no había problemas de fronteras, pasaportes y demás. Por razones opuestas, Velázquez no estuvo ni en Francia ni en Inglaterra: aquí la frontera sí era una institución importante.
Recuerdo la primera vez que, ya mayor, entré en El Prado. Llevaba un tiempo trabajando en Madrid. Era domingo, la hora no la recuerdo, pero si sé que fue en horario de visita gratuita.
Fue maravilloso ver todas esas pinturas que había visto en los libros de mis etapas escolares. Me traían recuerdos muy antiguos y llenos de esa calor que tienen las vivencias de cuando uno es mozalbete.
Estaba, como digo, disfrutando como un enano entre los Goya, Rubens, El Greco,... cuando entré en la sala que alberga la "La Rendición de Breda" (o "Las Lanzas", que es como me gusta llamarlo). Me quedé de piedra. Es un cuadro que llena el espacio en que está y absorbe toda la atención sobre él. No son sólo sus magníficas dimensiones, sino esa presencia que tiene, esa majestad con la que cuelga de la pared, esa impresión que causa bosque de lanzas infinito,... Me tuve que sentar (¿me obligó el cuadro?) delante de él y me dediqué a disfrutarlo poco a poco, a entender qué época representaba y qué hombres lo habían hecho posible.
Como diría el cantante aquel: una experiencia religiosa.
Fue maravilloso ver todas esas pinturas que había visto en los libros de mis etapas escolares. Me traían recuerdos muy antiguos y llenos de esa calor que tienen las vivencias de cuando uno es mozalbete.
Estaba, como digo, disfrutando como un enano entre los Goya, Rubens, El Greco,... cuando entré en la sala que alberga la "La Rendición de Breda" (o "Las Lanzas", que es como me gusta llamarlo). Me quedé de piedra. Es un cuadro que llena el espacio en que está y absorbe toda la atención sobre él. No son sólo sus magníficas dimensiones, sino esa presencia que tiene, esa majestad con la que cuelga de la pared, esa impresión que causa bosque de lanzas infinito,... Me tuve que sentar (¿me obligó el cuadro?) delante de él y me dediqué a disfrutarlo poco a poco, a entender qué época representaba y qué hombres lo habían hecho posible.
Como diría el cantante aquel: una experiencia religiosa.
La foto está tomada en Madrid en frente de lateral derecho del Museo del Prado (Paseo del Prado s/n), una de las mayores pinacotecas del mundo.
Para saber más: "Velázquez", Miguel Morán Turina; Akal; 2003.
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