Tal día como hoy, en 1.929, moría, en Barcelona, el médico don Jaime Ferrán Clúa (Jaume Ferran i Clua en catalán), médico y bacteriólogo español que descubrió una vacuna contra el cólera, otras para el tifus y el cólera y mejoró el método intensivo de Pasteur.
Con lo dicho en la introducción y la idea que él y Ramón y Cajal serían los médicos españoles que trascenderían a la inmortalidad, ¿por qué nadie se acuerda de él ya? Yo mismo no supe de su existencia hasta que empecé a escribir esta efeméride.
Los motivos son diversos, pero entre ellos destacan que él era más un ideador que un ejecutor, la constante falta de medios para la investigación (casi se arruina costeándose sus investigaciones), las ampollas que levantó en la medicina francesa cuando presentó su método supraintensivo (que mejoraba al de Pasteur) y que, a fin de cuentas, "This is Spain!" (¿cuándo se ha visto que aquí la ciencia importe lo más mínimo?).
Los motivos son diversos, pero entre ellos destacan que él era más un ideador que un ejecutor, la constante falta de medios para la investigación (casi se arruina costeándose sus investigaciones), las ampollas que levantó en la medicina francesa cuando presentó su método supraintensivo (que mejoraba al de Pasteur) y que, a fin de cuentas, "This is Spain!" (¿cuándo se ha visto que aquí la ciencia importe lo más mínimo?).
Su historia personal es muy instructiva y me recuerda, a ratos, a las películas americanas, donde el hijo de un pobre médico de pueblo que va a universidad para conseguir con su esfuerzo e inteligencia esa plaza de médico y, no contento con vivir tranquilo el resto de su vida, inicia una carrera de investigador que, tras luchar contra todo y contra todos, se alza brillante en el firmamento de las mentes brillantes.
En 1.884 lo enviaron a Francia a estudiar un brote de cólera (nota: "enviar" no es lo mismo que "ir subvencionado") del que aprendió mucho y, tras experimentar con él mismo y su familia una vacuna, presentó sus favorables conclusiones al gobierno, lo que le valió poder aplicarla para atajar la epidemia de cólera que se extendía por Alcira y otros lugares del Levante. Los resultados fueron espectaculares, pero las críticas a su nuevo método hicieron que se prohibiera la vacunación.
No se rindió y siguió experimentando y desarrollando vacunas y métodos interesantes (como la vacuna anti-Alfa del bacilo de Koch). Como recompensa, poco más que lo apartaron de todo laboratorio público.
En 1.907 la Academia de Ciencias de París le otorgó un premio que le podría haber ayudado a tener la fama oficial que se merecía (digo oficial porque ya muchos investigadores estaban estudiando sus vacunas y métodos por considerarlos revolucionarios).
Y aquí, si fuera una película americana, sonaría música de final feliz, el doctor Ferrán portada de los periódicos y todos comiendo perdices. Pero no, "This is Spain!" y el buen hombre, aunque reconocido en el mundo académico, murió tranquilamente en Barcelona en 1.929 sin que a muchos les importara.
En 1.884 lo enviaron a Francia a estudiar un brote de cólera (nota: "enviar" no es lo mismo que "ir subvencionado") del que aprendió mucho y, tras experimentar con él mismo y su familia una vacuna, presentó sus favorables conclusiones al gobierno, lo que le valió poder aplicarla para atajar la epidemia de cólera que se extendía por Alcira y otros lugares del Levante. Los resultados fueron espectaculares, pero las críticas a su nuevo método hicieron que se prohibiera la vacunación.
No se rindió y siguió experimentando y desarrollando vacunas y métodos interesantes (como la vacuna anti-Alfa del bacilo de Koch). Como recompensa, poco más que lo apartaron de todo laboratorio público.
En 1.907 la Academia de Ciencias de París le otorgó un premio que le podría haber ayudado a tener la fama oficial que se merecía (digo oficial porque ya muchos investigadores estaban estudiando sus vacunas y métodos por considerarlos revolucionarios).
Y aquí, si fuera una película americana, sonaría música de final feliz, el doctor Ferrán portada de los periódicos y todos comiendo perdices. Pero no, "This is Spain!" y el buen hombre, aunque reconocido en el mundo académico, murió tranquilamente en Barcelona en 1.929 sin que a muchos les importara.
No es casualidad que las investigaciones de epidemias que afectaban gravemente a las poblaciones de las ciudades fueran tan importantes en esta época. Es en estos momentos, a partir de mediados del siglo XIX cuando la población europea (sobre todo en la Europa Occidental) se convierte en urbana en su mayoría. Por poner un ejemplo cercano, el mismo Ensanche de Barcelona es hijo de esta época.
Las ciudades actuales no pueden concebidas sin los aportes que la microbiología o las mejoras en la gestión y evacuación de las aguas negras durante estos años.
Importante: las preocupaciones no venían, en su mayoría, por razones humanitarias y de sentir pena por el prójimo, sino porque la burguesía no quería verse metida en estos problemas de salud. Era un sentimiento egoísta, nada relacionado con mejorar las condiciones de vida de los proletarios y los individuos de las clases más bajas.
Por fortuna, las sociedades humanas tienden a llegar a todos sus integrantes para las cosas buenas y no sólo para las malas.
Las ciudades actuales no pueden concebidas sin los aportes que la microbiología o las mejoras en la gestión y evacuación de las aguas negras durante estos años.
Importante: las preocupaciones no venían, en su mayoría, por razones humanitarias y de sentir pena por el prójimo, sino porque la burguesía no quería verse metida en estos problemas de salud. Era un sentimiento egoísta, nada relacionado con mejorar las condiciones de vida de los proletarios y los individuos de las clases más bajas.
Por fortuna, las sociedades humanas tienden a llegar a todos sus integrantes para las cosas buenas y no sólo para las malas.
La foto está tomada en Madrid en las escaleras que bajan de la plaza de Cristino Martos a la calle Princesa.
Para saber más: "Vida y Obra Científica del Investigador y Académico Electo Doctor Jaime Ferrán y Clúa"; Vila Ferrán, Juan; Anales de Medicina y Cirgía, Vol. LVI - Nº 244.
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