Tal día como hoy, en 1.918, a las 11 de la mañana, se firmaba el armisticio que ponía fin a las hostilidades en el frente occidental de la Primera Guerra Mundial, en el vagón de un tren en el bosque de Compiègne.
Tras 4 años de muerte, atrocidades y barbarie sin precedentes, se puso fin al conflicto armado que arrasó Europa e involucró, por primera vez, a (casi) todas las naciones del globo. Aquel día se aniquiló todo vestigio del Antiguo Régimen y se acabó con el "siglo dorado de la burguesía".
La Primera Guerra Mundial, también llamada la Gran Guerra o "la guerra que iba a acabar con todas las guerras", fue la bisagra entre la época de los imperios coloniales europeos y el nuevo mundo de la Rusia socialista, la hegemonía norteamericana o el auge de los totalitarismos.
La Primera Guerra Mundial, también llamada la Gran Guerra o "la guerra que iba a acabar con todas las guerras", fue la bisagra entre la época de los imperios coloniales europeos y el nuevo mundo de la Rusia socialista, la hegemonía norteamericana o el auge de los totalitarismos.
El 11 de noviembre es festivo nacional, entre otros países, en Bélgica. Tengo un par de gratos recuerdos personales de mi fin de semana en Bruselas relacionados con el Armisticio (yo ignoraba de esta fecha para entonces).
El viernes por la noche en el ayuntamiento, hubo una ceremonia en recuerdo de los "veteranos" (obviamente ninguno de los allí presentes había estado en la contienda) en la que me colé, al más puro estilo Mecano.
Estuve en la presentación de las banderas y los rituales de rendir honor a las personas que habían luchado bajo ellas. El ambiente en la pequeña sala era tan emotivo que me sentía muy miserable cada vez que sacaba una foto o grababa un vídeo. Me temblaba el pulso y me pasé todo el rato con un nudo en la garganta. De hecho, recordándolo ahora, aún me siento mal por haber ensuciado la pureza de ese momento con mi intrusión echándole jeta al asunto.
El viernes por la noche en el ayuntamiento, hubo una ceremonia en recuerdo de los "veteranos" (obviamente ninguno de los allí presentes había estado en la contienda) en la que me colé, al más puro estilo Mecano.
Estuve en la presentación de las banderas y los rituales de rendir honor a las personas que habían luchado bajo ellas. El ambiente en la pequeña sala era tan emotivo que me sentía muy miserable cada vez que sacaba una foto o grababa un vídeo. Me temblaba el pulso y me pasé todo el rato con un nudo en la garganta. De hecho, recordándolo ahora, aún me siento mal por haber ensuciado la pureza de ese momento con mi intrusión echándole jeta al asunto.
Sabiendo que el sábado iba a haber una parada militar para celebrar el Armisticio, me coloqué en la plaza donde estaban las autoridades y me la tragué entera. Me hizo especial ilusión poder fotografiar al rey belga, ¡el mismo que aparece en las monedas de euro! Bueno, en las monedas antes de 2013, que fue cuando abdicó a favor de su hijo.
Como "curiosidad", cuando el rey Alberto II andaba el trecho desde el coche oficial al palco, la multitud lo recibió al grito de "Vive le roi!"... quizás me parece curioso porque soy español y no estoy acostumbrado a estas cosas.
Dentro del desfile militar sólo hago que recordar que el chico que mandaba una columna de scouts parecía no pasar hambre precisamente. Menos mal que saqué unas cuantas fotos.
Como "curiosidad", cuando el rey Alberto II andaba el trecho desde el coche oficial al palco, la multitud lo recibió al grito de "Vive le roi!"... quizás me parece curioso porque soy español y no estoy acostumbrado a estas cosas.
Dentro del desfile militar sólo hago que recordar que el chico que mandaba una columna de scouts parecía no pasar hambre precisamente. Menos mal que saqué unas cuantas fotos.
La foto está tomada en París en la rue de l'École de Médecine, esquina con la rue Hautefeuille.
Para saber más: "Los Cañones de Agosto: Treinta y Un Días de 1914 que Cambiaron la Faz del Mundo"; Tuchman, Barbara.
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