Tal día como hoy, en 1500, nacía en Gante (Bélgica) Carlos I de España y V de Alemania, el último emperador que reinó en España.
La frase "tengo una herencia que me ha dejado un pariente" le viene que ni pintada, pues le tocó media Europa continental y parte de América a la hora del reparto. A corto, medio y largo plazo, lo que iba a ser motivo de alegrías también se convirtió en motivo de desdichas.
Pronto se daría cuenta que cuantos más territorios tienes, más problemas pueden aparecer. Los motivos pueden ser tan diversos como problemas religiosos (estos protestantes malandrines), mantenimiento de fueros medievales (España tenía una hermosa lista) o piratería berberisca (las alianzas de civilizaciones no eran muy popular de aquellas).
Quedó tan escarmentado que, a su muerte, dividió el imperio en los dos trozos bien diferenciados: España con América por un lado y el Sacro Imperio por otro (con la nefasta elección de dejarnos posesiones españolas en Europa del Norte, que tantos problemas y sangre nos costaron en los siglos siguientes).
Pronto se daría cuenta que cuantos más territorios tienes, más problemas pueden aparecer. Los motivos pueden ser tan diversos como problemas religiosos (estos protestantes malandrines), mantenimiento de fueros medievales (España tenía una hermosa lista) o piratería berberisca (las alianzas de civilizaciones no eran muy popular de aquellas).
Quedó tan escarmentado que, a su muerte, dividió el imperio en los dos trozos bien diferenciados: España con América por un lado y el Sacro Imperio por otro (con la nefasta elección de dejarnos posesiones españolas en Europa del Norte, que tantos problemas y sangre nos costaron en los siglos siguientes).
Se podría decir que Carlos I fue "un rey medieval en un mundo moderno" pues muchas de sus acciones son dignas de sus antepasados más que de los monarcas modernos que iban surgiendo en Europa. Por ejemplo, su idea de ser el paladín de la Cristiandad y el emperador universal (al más puro estilo Carlomagno). Esas ideas, factibles y con fundamento unos siglos atrás, ya eran imposibles. Y no porque el resto de los reyes le dijeran "aquí está mi ejército, ahora me lo dices en la calle" o porque el papa también conspirara contra él ("paladín" no está reñido con imponer tu voluntad que, a fin de cuentas, se puede considerar divina), sino porque la propia sociedad ya iba en otras direcciones y las exigencias de los nuevos estados (económicas, burocráticas, de justicia) hacían incompatible un poder único y centralizado aplicado a súbditos de las más diversas procedencias y formas de ser y entender el mundo. De hecho, lo único que tenían en común era la religión cristiana y hasta eso estaba en crisis.
Durante su reinado tuvimos un entretenido cocido cuyos ingredientes fueron la diplomacia (los italianos unos maestros), guerras contra los turcos, contra los franceses (que se sentían tan amenazados que hasta pactaban con los infieles con tal de debilitar el poder imperial), sus más y sus menos con el papa, el incordio protestante (que nos dejó el maravilloso cuadro que hay en El Prado tras la Batalla de Muhlberg), la época de los conquistadores (Cortés, Pizarro, Orellana,...), sus primeros problemas con Inglaterra (el oro de América los atraía como la miel a las moscas), insurrecciones en España (Navarra, los Comuneros, las Germanías,...),... Por supuesto, como siempre, todo terminó pagándolo las clases medias y bajas.
Un punto a su favor fue que promovió el turismo español por el continente a través de los tercios. Ya que estaba en jaleos con todo el mundo, se llevaba a la mejor maquinaria de guerra de la época (los tercios españoles) a que le ganasen las batallas y repartieran amor y ayuda humanitaria en versión del s.XVI (donde a partir de los 14 años se te trataba como adulto a la hora de los degollamientos).
Un punto a su favor fue que promovió el turismo español por el continente a través de los tercios. Ya que estaba en jaleos con todo el mundo, se llevaba a la mejor maquinaria de guerra de la época (los tercios españoles) a que le ganasen las batallas y repartieran amor y ayuda humanitaria en versión del s.XVI (donde a partir de los 14 años se te trataba como adulto a la hora de los degollamientos).
La foto está tomada en el patio de la Puerta de la Bisagra de Toledo, una ciudad "imperial", como el homenajeado.
Para saber más: Romano, R. y Tenenti, A., Los fundamentos del mundo moderno, editoria Akal siglo XXI (vo. 12).
No hay comentarios:
Publicar un comentario